miércoles, 24 de octubre de 2018


Dejando aparte lo políticamente correcto y las definiciones sociológicas del fenómeno de las emigraciones, solo cabe decir que detrás de ellas está la avidez de algunas personas por atesorar más poder y la avaricia por poseer cada vez más. Todo ello provoca desigualdad, carencia de justicia social, empobrecimiento, miseria... que habitualmente termina en enfrentamientos armados entre los que se disputan el poder y los privilegios u otras naciones interesadas en los recursos económicos de ciertas zonas del planeta. La realidad es que quienes sufren las consecuencias no son los que originaron aquella situación sino el pueblo llano que soportarán carencias de lo más elemental para vivir, violencia, muertes...
Hoy asistimos, una vez más, a grandes oleadas de emigrantes. Se vuelve a repetir, yo diría que en realidad, es parte de la misma cadena, las crisis migratoria del 2015, con la diferencia de que en esta ocasión los emigrantes son rechazados de manera sistemática por el hecho de no ser considerados refugiados que huyen de países en guerra o de persecuciones políticas, sin tener en cuenta que sí lo hacen de la miseria, como ocurre en la actual marcha de los naturales de Honduras, cuando en realidad es, o era, una tierra fértil y productiva que hoy se encuentra en manos de quienes la explotan para sus intereses propios utilizando a los nativos casi como esclavos. Miseria que, en muchas ocasiones, ha sido originada por la sobreexplotación de los recursos naturales de su territorio de origen, nunca olvidemos el periodo colonial del siglo XIX cuyas consecuencias sobre todo las económicas aún perduran. Todo ello con la complicidad y el beneplácito de otras naciones y sin buscar soluciones efectivas, que las hay, para acabar con la situación del África subsahariana, por ejemplo.
No basta con el trabajo de las ONG y las ayudas humanitarias puesto que eso no es solución definitiva, ni tampoco lo es la admisión descontrolada de esos seres humanos en otro países donde, al final, terminarán siendo “mano de obra barata” o engrosando la delincuencia. 
Todo este tráfico humano está en manos de la delicuencia organizada de traficantes de personas que además obtienen pingües beneficios con ese “negocio” que viene a recordar el de los esclavos de la edad media. 
No basta negar la existencia de las razas humanas algo que no deja de ser una interpretación política interesada donde los términos especie humana, género humano y raza humana se consideran equivalentes. Creo que han confundido el término, lo que sí existe es una sola especie humana. Y dentro de esa especia nos encontramos con las razas que se refieren exclusivamente a los factores biológicos (genéticos, anatómicos y fisiológicos) distintivos de esos grupos desarrollados en su proceso de adaptación en un determinado espacio geográfico y ecosistema. Pero hablar de estas diferencias no es admitir la superioridad de unos sobre los otros. Como especie humana todos tenemos los mismos derechos y los mismos deberes.
En definitiva, los gobiernos han de buscar soluciones generosas y factibles pero para hacer de aquellos países que han sido, y vienen siendo, explotados unas economías sostenibles que les permitan vivir sin necesidad de abandonar sus tierras de origen.

domingo, 30 de septiembre de 2018


Sueños rasgados como si de un insignificante papel se tratara cuando aquella ráfaga disparada contra la embarcación en que Hayat (Vida en árabe) trataba de alcanzarlos después de dejar atrás los de ser una buena abogada que pudiera sacar de la miseria a su humilde familia.
Me la imagino acurrucada en aquella embarcación, sin poder comprender por qué el camino hacia sus sueños tenía que emprenderlo, junto con otros jóvenes con historias parecidas a la suya, en manos de las mafias que trafican con personas. En mi imaginación veo el centellear de la ilusión en sus pupilas cuando logró subir a aquella embarcación tipo “Go Fast”, tras pagar el precio exigido y que le habían prometido que rápidamente la llevarían a las costas españolas de la península.
1. Jbel Darsa, el barrio donde vivía Hayat. 2. Martil, localidad donde se ubica la universidad
Atrás quedaban aquellos años de esfuerzo, por su parte y por el de su familia, para terminar sus estudios de bachillerato y comenzar los de Derecho en la Universidad de Martil, a once kilómetros de su humilde vivienda en Jbel Darsa, uno de los barrios más pobres de Tetuán, estudios que tuvo que abandonar para poder ayudar a sus padres a mantener la familia con cuatro hijos más.
Atrás quedaban aquellas cuatro paredes de una casa a medio construir que les permitían cobijarse de la lluvia, pero no del frío o el calor, pues la parte superior de la misma mostraba sus paredes de ladrillos al aire, sin enlucir, y una deteriorada “escalera” de madera que comunicaba las dos plantas de la “vivienda”.
Atrás quedaban aquellas palabras de protesta y rebelión con las que rechazaba esa situación de vivir en una pobreza absoluta. Atrás, aquellos momentos de congoja compartida con su madre y de sus sueños de iniciar una nueva vida fuera de Marruecos que le llevaran a ofrecer a sus padres y sus hermanos una vida mejor.
Atrás quedaron aquellas palabras que había escrito: “La tinta de la esperanza se ha secado. Que el destino escriba lo que quiera”. Y el destino fue escrito por aquella ráfaga lanzada desde una patrullera marroquí sin que realmente se sepa qué la motivó, y que cortó su vida y sus sueños de forma radical.
Son muchas, tal vez demasiadas, las preguntas que me hago para tratar de encontrar una justificación por parte de las fuerzas marroquíes a esta actuación de disparar contra una embarcación de inmigrantes, algo que creo que es la primera vez que ocurre. Y sólo encuentro una respuesta a esta pregunta: las presiones y las promesas económicas de Europa a raíz del incremento de pateras han hecho posible un giro radical en la política migratoria marroquí.
Por otro lado el deseo imperioso de muchos jóvenes por abandonar Marruecos puede estar motivado por causas políticas o económicas, como el alto desempleo juvenil y las pocas o nulas perspectivas de trabajos y salarios dignos; así como la medida recientemente anunciada del servicio militar obligatorio para todos los jóvenes, mujeres incluidas. Entiendo que todo eso hace temer a las autoridades marroquíes una despoblación de su territorio de jóvenes preparados para sacar adelante su economía. Lo que es aprovechado, hoy, por las mafias de la droga que buscan nuevos campos de ingresos ante la presión que las autoridades españolas están ejerciendo sobre el tráfico de drogas. De hecho las embarcaciones que hoy se están utilizando nada tienen que ver con aquellas pateras de madera y un sólo motor utilizadas hasta no hace mucho tiempo. Prueba de ese interés la encontramos y la serie de vídeos que han circulado por las redes sociales en los que jóvenes inmigrantes dan a entender que los viajes son gratis, algo totalmente alejado de la realidad.
Lo cierto es que las palabras de Hayat (Vida) son una realidad: "La tinta de la esperanza se ha secado", y el libro de su vida y sus sueños ha quedado en la mar.

miércoles, 4 de julio de 2018


Una canción que fue compuesta por Sergio Ortega Alvarado, pianista y compositor chileno en 1973, e interpretada por primera vez ese mismo año por el grupo Quilapayún, poco antes del golpe de estado de Augusto Pinochet que derrocó a Salvador Allende. Luego ha sido utilizada en numerosas ocasiones y a lo largo y ancho de todo el mundo, y hasta se han llegado a distorsionar sus orígenes. De ahí que me entristece y me enrabieta cuando la oigo entonar en voces que realmente no conocen sus orígenes ni siquiera el mensaje que encierran sus estrofas.
Parece que nos encontramos en un círculo sin fin, como presos de un remolino que repite los movimientos y las noticias día a día. Nos levantamos y después de asearnos nos sentamos frente a la televisión o leemos los periódicos y la corrupción de nuestra clase política ocupa las primeras páginas de las noticias, y junto a ellas la preocupación de los españoles por las actuaciones de los políticos y sus privilegios o tal vez sería mejor decir prebendas entendiéndolo desde la acepción dada a ese término en sentido peyorativo: “Beneficio, favor o ventaja concedidos de forma arbitraria y no por méritos propios o por el esfuerzo realizado.”
Y si nos centramos en la corrupción de la clase política no es raro leer, con demasiada frecuencia, la detención o imputación de políticos de todos los colores o tendencias implicados en casos de todo tipo de corrupción. Más adelante volveremos sobre este tema. Ahora centrémonos en los privilegios o prebendas de nuestros políticos.
Los políticos, como cualquiera que se dedica a desempeñar un puesto de trabajo, han de tener un sueldo, algo que es comprensible y democrático, de no percibir ese salario por el ejercicio de su labor sólo se dedicarían a la política quienes tuvieran los suficientes ingresos o, como no hace mucho tiempo, dedicarse a la política era suponer que de una manera u otra se habían de conseguir esos ingresos. Lo que ya no es tanto es que además de esos salarios tienen una serie de privilegios derivados de su cargo, a menudo poco transparentes, y otros beneficios cuando se retiran. es lo conocido como “puerta giratoria”, es decir la posibilidad de conseguir grandes contratos, al dejar la política, en empresas particulares o estatales.
Pero antes de seguir adelante hagamos una aclaración pues el generalizar casi siempre resulta injusto y hasta demagógico, ya que no es lo mismo hablar de políticos que ocupan cargos de responsabilidad en los partidos como de los simples afiliados de base; como tampoco es lo mismo comparar a diputados o senadores de las Cortes con los diputados de un parlamento autonómico; ni hacer la comparación del alcalde y los concejales de una gran ciudad, que suelen acumular ingresos por sueldos y gastos de representación, con los de un alcalde o concejal de un pequeño pueblo de unos cientos o pocos miles de habitantes. Dejando esto claro vamos a centrarnos en los privilegios y prebendas de los políticos de las Cortes Generales.
Congreso de los Diputados de España
El salario y los complementos de los parlamentarios lo acuerda cada año las mesas del Congreso y del Senado en una reunión a puerta cerrada y más tarde se incluyen en los presupuestos. Es decir, son sus señorías los que establecen lo que deben de ganar.
El sueldo base de un diputado es de 2.842 €/mes, además de una indemnización para “cubrir gastos” exenta de tributación. En el caso de los diputados electos por las provincias dicha indemnización es de 1.842 €/mes y de 872 €/mes para los electos por Madrid.
El régimen económico de los parlamentarios contempla una serie de complementos mensuales en función del cargo que desempeñen, cantidades que van desde los 700 a los 9.000 euros. La presidencia del Congreso tiene asignado como complemento la cantidad de 9.232 €/mes. Las cuatro vicepresidencias tienen asignado un complemento de casi 3.000 €/mes y las cuatro secretarías alcanzan casi los 2.400 €/mes de asignación por complemento. Los siete portavoces de grupos parlamentarios perciben casi 2.700 €/mes en complementos, y los 18 portavoces adjuntos poco más de 2.100 €/mes.
El Congreso tiene 37 comisiones en funcionamiento y cada una de ellas cuenta con un presidente (1.445 €/mes de complemento), uno o dos vicepresidentes, otros tantos secretarios y muchos portavoces y portavoces adjuntos de cada uno de los grupos parlamentarios. Es así como más de trescientos diputados, es decir más del 87 % de los que componen el Congreso, perciben algún tipo de complemento. Los ingresos medios de sus señorías se establece en torno a los 4.800 €/mes, aunque algunos casi dupliquen esa cifra. 
Tal vez alguien diga que esos ingresos quedan por debajo de los que perciben los políticos de otros países europeos, por ejemplo Alemania, aunque dejando claro que las percepciones que reciben los parlamentarios alemanes no se consideran una contraprestación por su trabajo, es decir salario, sino unos subsidios o dietas que suponen 9.542 €/mes, más 4.318 €/mes de complemento o cuota fija que está exenta de tributación. Lo que hace un total de 13.860 €/mes, lo que casi triplica lo percibido por los parlamentarios españoles. Mas hemos de tener en cuenta que ésta comparación adolece de un gran defecto: se hace directamente. No se tienen en cuenta otros factores como por ejemplo el salario medio de los trabajadores en Alemania (4.121 €/mes) que se ha de comparar con el salario medio en España (1.622 €/mes) mas del 2,5 % inferior. Por lo tanto no se puede decir que los ingresos de los políticos españoles estén muy por debajo de los europeos.
Lo que sí es cierto es que los ingresos directos de sus señorías en España es casi tres veces el salario medio de un trabajador.
A todo esto hemos de añadir que todos y cada uno de los parlamentarios reciben un teléfono móvil de última generación, una tableta electrónica y un ordenador, en los que las tarifas, las llamadas y los datos para navegar por Internet los asume la Cámara, por lo que a ellos les salen totalmente gratis.
Además sus señorías disponen de gastos de manutención y desplazamiento en sus desplazamientos oficiales. En el caso de viajes al extranjero disponen de 150 €/día y si el viaje es por territorio nacional esa cantidad es de 120 €/día. Por otro lado. disponen de 3.000 euros anuales para taxis, aquellos que no dispongan de coche oficial. Y en el caso de que utilicen su coche propio para los desplazamientos se le abona a 0,25 € cada kilómetro recorrido, eso sí previa justificación.
Todas estas cifras a algunos les parecerán excesivas y a otros tal vez insuficientes, lo cierto es que, como señalaba anteriormente, es totalmente democrático que un político debe tener un sueldo por lo que, en teoría, es una labor para la sociedad y el bien común, pero no en una diferencia con el resto de los ciudadanos que los convierte en una clase privilegiada, sobre todo para aquellos que han de sufrir unas indignas subidas de sus pensiones, que más que tales parecen limosnas. Soy la primera que defiende que la política debe ser una dedicación no un sistema de acceso a unos privilegios inalcanzables para cualquier otro miembro de la sociedad.
Cuatro expresidentes y un rey emérito
Otra cosa son lo que yo llamo prebendas. Por un lado las pensiones que en España se pagan a los expresidentes y exministros cuando dejan sus cargos, algo que es poco común en Europa. Sólo España y otros dos países afrontan esos pagos. Los expresidentes perciben una pensión vitalicia de, aproximadamente, unos 90,000 euros, con la particularidad de que al abandonar su puesto pueden entrar a formar parte del Consejo de Estado, lo que significan otros 75.000 euros anuales, en este caso sí incompatibles con la empresa privada. En el caso de los ministros cobran esa pensión durante los dos años siguientes a abandonar su cargo si lo ha ostentado durante cuatro años, en caso contrario percibirán el 50 % del tiempo que hayan sido ministros.
En el caso de los presidentes de las Comunidades Autónomas estas prebendas varían según la Comunidad. En Cataluña el expresidente cobrará, durante cuatro años tras su cese, una pensión y a partir de su jubilación una pensión vitalicia de 100.000 euros anuales. En el País Vasco, el lehendakari percibe, tras abandonar su cargo, durante un año unos 8.000 euros más el 40 % del sueldo que estuviera percibiendo, y después de jubilarse percibirá una pensión vitalicia del 50 % de su sueldo. En otras comunidades los expresidentes pueden entrar a formar parte de los Consejos Consultivos con un sueldo asignado tras abandonar su cargo. Es de justicia aclarar que en algunas comunidades estos privilegios no se reconocen o han renunciado a ellos.
En un momento en que las dificultades son grandes para abonar las pensiones y que las más bajas superan por poco los 600 euros, hemos de resaltar el hecho de que son numerosos los cargos públicos que han accedido a ellos a través de la política percibiendo una pensión por su anterior trabajo a cargo de las arcas del estado y que pueden hacerla compatible con los ingresos por el desempeño del nuevo puesto para el que fueron elegidos o nombrados. Privilegio al que no pueden acceder los miles y miles de jubilados que hoy protestan en las calles por su actual situación, pese a la reforma que entró en vigor el 17 de marzo de 2013 en la que aquellos jubilados que cumplan una serie de requisitos sí podrán acogerse a su derecho a trabajar de nuevo pero verán que su pensión se disminuirá en el 50%, independientemente de la jornada y actividad que realice y el importe que pueda percibir por ello. Y cuando ahora corre el rumor de que volverá a ser obligatoria la jubilación me pregunto ¿también lo será para esos políticos jubilados que perciben doble ingresos de las arcas del estado: pensión más retribución? o ¿seguirán manteniendo esos privilegios?
No podemos dejar de señalar el hecho de que sus señorías pueden faltar a sus puestos de trabajo, es decir a sus escaños, sin necesidad de justificación alguna, sólo es obligatoria su presencia en algunos casos puntuales.
Pero sobre todas esas prebendas existen las que recoge el artículo 71 de la Constitución, en sus puntos: 1. Los Diputados y Senadores gozarán de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones. 2. Durante el período de su mandato los Diputados y Senadores gozarán asimismo de inmunidad y sólo podrán ser detenidos en caso de flagrante delito. No podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara respectiva. 
Y he dicho prebendas porque esas garantías sus señorías las han convertido en prebendas. La inviolabilidad es la garantía de que los parlamentarios carecen de responsabilidad jurídica por sus opiniones en el ejercicio de sus funciones. No me extenderé demasiado sobre esta garantía puesto que, al fin y al cabo, tiene mucho que ver con la libertad de expresión aunque existe gran diferencia, desde el punto de vista jurídico, entre las opiniones vertidas por sus señorías en el desempeño de sus funciones y las expresadas por un ciudadano normal. El primero jamás será procesado por lo expuesto en las cámaras mientras que el ciudadano habrá de defenderse en un proceso judicial frente a las acusaciones vertidas por otro o por la autoridad pertinente.
Cámara del Senado español
Es mucho menos comprensible la presencia en nuestra Constitución de la figura de la inmunidad parlamentaria, algo totalmente anacrónico y, además, aprobada por unanimidad por ambas cámaras sin que llegara a presentarse enmienda alguna ni votos en contra.
Sin entrar en otras consideraciones jurídicas y filosóficas excelentemente expuestas en el artículo “La inmunidad de los parlamentarios: más privilegio que garantía” por el catedrático de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, don Ramón Luis Soriano Díaz, y que se encuentra a disposición de quien desee leerlo en (https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/232233.pdf), sólo señalar que esta garantía parlamentaria tiene su origen en Francia "fruto del conflicto ideológico, político y jurídico que en 1789 existía entre los representantes revolucionarios y los poderes constituidos del Antiguo Régimen, todavía en acción". En el derecho anglosajón esta figura no existe y sus parlamentarios tienen el mismo trato judicial que cualquier ciudadano. Es cierto que los ordenamientos jurídicos de Alemania, Francia e Italia sí contemplan esta figura. Prebenda, y sigo utilizando esta definición porque “un privilegio nacido para proteger la función, (...) se ha convertido en privilegio personal, que (...) permite al parlamentario burlar impunemente y con agravio de la justicia, el Código Penal que a todos los ciudadanos obliga". (Palabras del letrado de las Cortes don Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui).
Tampoco se puede olvidar lo señalado en el punto 3 del mencionado artículo 71 de la Constitución: "En las causas contra diputados y senadores será competente la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo", copiado literalmente del articulado de la Constitución de 1812, mientras que la constitución más cercana, la de 1931 mantenía que la detención y procesamiento de un diputado podía solicitarla cualquier juez o tribunal tras dirigir el correspondiente suplicatorio a la Cámara. Sin menoscabar la profesionalidad y la honestidad de los componentes del Tribunal Supremo, no podemos olvidar que sus nombramientos corresponden al Consejo General del Poder Judicial controlado por los partidos políticos.
Es comprensible por tanto la impopularidad entre los ciudadanos de esta garantía, convertida en prebenda por sus señorías y que además no tiene visos de que se vaya a modificar, al fin y al cabo es una prebenda que los distancia de los ciudadanos de a pie y los sitúa por encima de ellos en materia de derecho procesal.
Si hasta ahora hemos venido hablando de esta garantía que nuestros políticos han convertido en prebenda, hagámoslo ahora de la lacra más importante que afecta a nuestra sociedad y que, tras el paro, es la mayor preocupación de los ciudadanos españoles. Hablemos de CORRUPCIÓN.
En el diccionario de la Academia de la Lengua, el punto 4 define: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.” Si nos centramos en la corrupción política, de la que existen varias definiciones, prefiero la que hace el catedrático don Ramón Luis Soriano Díaz: “La corrupción política consiste en el incumplimiento de una norma realizada por una persona que desarrolla una función pública, con la finalidad de obtener un beneficio, ya sea propio o de un colectivo, social o institucional.”
La corrupción no es un fenómeno exclusivo de España ni de nuestros días. La corrupción aparece durante todos los periodos históricos, y está presente en todas las épocas de esplendor de los imperios o naciones, pero, así mismo, en los periodos de decadencias. Es un fenómeno que no sólo afecta a las cúspides del poder o a los partidos políticos, sino que se prolonga por todo el entramado de la sociedad, por las relaciones económicos y sociales establecidas entre los seres humanos. Quede así claro que, aunque afrontemos este artículo sobre la corrupción en España, no es algo específico de este país. El primer problema que se presenta al hablar de corrupción en España es poder determinar si lo que conocemos, al respecto, es lo que realmente existe o es sólo la punta de un iceberg. La sensación que los ciudadanos tenemos es que la corrupción es algo generalizado a pesar de que el informe de Transparencia Internacional, una organización no gubernamental que promueve medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional, señala que España “no tiene corrupción sistémica, sino múltiples casos de corrupción en los niveles superiores de los partidos y en los gobiernos locales y autonómicos»”. Es posible que esta sensación de corrupción generaliza venga motivada por el efecto eco que generan los casos de corrupción, en los que se encuentran implicadas personas conocidas o relevantes de la vida pública (Messi, Ronaldo,… o todos los partidos políticos en mayor o menor grado) que puede llevar a crear una sensación de corrupción mayor de la que en realidad existe. Mas, por otro lado, esa percepción que los ciudadanos tienen con respecto al resto de agentes sociales determinan en gran medida su comportamiento. Dicho de otra manera, si el resto de los ciudadanos tienen esa sensación de que la mayoría de esos personajes públicos y una parte de los políticos incumple las leyes, no es extraño que se sientan legitimados para comportase del mismo modo en determinados ámbitos de la vida en sociedad (percepción de ayudas, cobro indebido del paro, economía sumergida,...).
No voy a entrar a enumerar los casos de corrupción ocurridos en España desde tiempos de Felipe III con uno de los mayores desfalcos realizados por el duque de Lerma, ni en los distintos casos de corrupción ocurridos recientemente en España y que cada día aparecen en los medios de comunicación y están en los juzgados. Usted, amable lector, puede encontrar numerosas referencias a ello en la red. Sí quiero dejar un apunte que, tal vez, nos lleve a conocer el por qué de esta corrupción tan generalizada. Durante el régimen franquista era público que el enchufismo, las recomendaciones y los “premios por la fidelidad” eran la manera de hacer las cosas y alcanzar los logros personales, de tal forma que todo el mundo se habituó a aquel tipo de corrupción. De aquellos polvos estos lodos.
Oposiciones
Sin pretender enjuiciar cuál de los dos grandes sistemas para acceder a la función pública en Europa, es mejor o peor, el modelo francés de oposición y puesto de por vida, que se sigue en España y otros varios países como Italia, Portugal, Bélgica, Chipre... además de Francia, o el anglosajón de los nórdicos basado en entrevistas curriculum del candidato excepto contados puestos de la judicatura. Recientemente la Administración española viene pregonando, después de tenerlas suspendidas durante años, las convocatorias a cubrir numerosas plazas, lo que ha significado la puesta en marcha de un pingüe beneficio tanto para la Administración como para las academias privadas. Para las Administraciones por embolsarse lo que cobran por los derechos de examen que significa una buena cantidad dado el número de opositores que se presentan en cada caso y teniendo en cuenta que esos derechos oscilan entre 20 y 35 euros y que además no son devueltos si el opositor, por la circunstancia que sea no se presenta al examen. Y para las academias particulares puesto que cobran un mínimo de 100 euros mensuales. Imaginemos que todos los opositores que estos días se prepararan para los exámenes, o una gran mayoría de ellos que son decenas de miles, hubieran asistido a una academia durante u año o año y medio para ir “medianamente preparados” para este tipo de exámenes, eso significa una gran cantidad de dinero.
Es curioso que muchos de los preparadores de oposiciones sean estén relacionados directamente con los puestos de trabajo de la oposición correspondiente, y que en muchos casos formarán parte de los tribunales de calificación, sin que falten inspectores de Hacienda, subinspectores de Trabajo... 
Lo que significa unos ingresos extras que, en algunos casos alcanza casi los 2.000 euros mensuales por dos horas semanales en algunos casos, cobros realizados siempre en B y sin declarar.
Se da la paradoja de que esos personajes suelen ser muy críticos con la corrupción política y la evasión de impuestos. Lo dicho, un negocio más en donde no faltan las corruptelas.
De ahí que los ciudadanos sintamos que la corrupción nos rodea, que la política, la administración, la economía y hasta la misma sociedad están gangrenadas con esa lacra. Es hora de que nos demos cuenta de que la democracia no consiste solo en votar cada cuatro años, hemos de exigir que se adopten otras medidas de control pues, aunque el sistema cuenta con mecanismos de autodefensa, es portador de elemento corruptos empezando por algunos miembros de los partidos políticos, los sindicatos y la administración, y aquí si que no me bajo de la generalización ya que esta lacra alcanza a todos ellos sin excepción. Todos ellos se mueven con soltura e hipócritamente en una sociedad tolerante, a pesar de todas nuestras protestas, en esas prácticas perversas que no dejan de ser instrumentos de depredación en provecho de una CASTA.
Sin pretender elaborar unas posibles soluciones a este grave problema, sí se me ocurre un ligero apunte para comenzar a andar en la senda que nos lleve a ello. Más allá de las elecciones habría que exigir reformar las instituciones que la favorecen, sobre todo a nivel de administraciones locales donde la diversidad y, en muchos casos, la falta de control posibilita la fusión del interés de los gestores públicos con el del partido o coalición que gobierna, auspiciando así el nepotismo. De ahí que, realmente, aunque se haya escrito mucho sobre esto no haya mucha iniciativa política en este campo. 
No voy a entrar a elaborar otras posibles soluciones. Aparte de no considerarme preparada para ello ya existen numerosos estudios que las han expuesto. Por mi parte considero muy relevante el estudio realizado por don Ramón Luis Soriano Díaz, al que ya hemos hecho mención anteriormente, en su trabajo “La corrupción política. Tipos, causas y remedios” (revistaseug.ugr.es/index.php/acfs/article/download/538/628).
Sí tengo claro que una de las causas que están motivando esta situación es la pérdida de valores en nuestra sociedad, fundamentalmente basada en el liberalismo capitalista donde a todo se le pone un valor. De ahí que las personas, en muchas ocasiones, nos valoramos por lo que tenemos, dejando aparte lo que realmente significa el valor del ser humano, y este se encuadra dentro del sentido ético que cada uno dé a su vida.
                                                                        Al-Juarismi
De ahí que recuerde ahora aquellas palabras que se le atribuyen al gran matemático persa Al-Juarismi (Al-Khwarizmi), al preguntarle por el valor del ser humano. Él respondió: “Si tiene ética entonces su valor es 1. Si además es inteligente, agréguele un cero y su valor será igual a 10. Si también es rico, súmele otro cero y su valor será 100. Si por sobre todo eso es además una persona de bello aspecto, agréguele otro cero y su valor será 1.000.
Pero si pierde el 1, que es la ética, perderá todo su valor, pues solamente le quedarán los ceros.
Así de sencillo: Sin valores éticos ni principios sólidos lo único que queda son delincuentes, corruptos y personas que no valen nada.”
No escuchemos, pues, cantos de sirena, dejémoslos para aquellos viejos marinos que decían escucharlas y para Homero en La Odisea. Hoy, en una economía global, los gobiernos están sometidos a consignas de otras naciones más poderosas económica o militarmente, de ahí que todas esas promesas que suelen hacer y las posturas que adoptan frente a los ciudadanos no dejan de ser pura demagogia e hipocresía encaminadas a su propio estado de bienestar.
Ya lo exponía, allá por el año 424 a. C. Aristófanes en su comedia “Los caballeros”, crítica desaforada a Cleón uno de los hombres más poderosos de la antigua Atenas: “Pueblo: tu poder es grande, y todos los hombres te temen como a un amo terrible. Pero tú eres fácil de seducir; te gusta ser adulado y engañado; el que te habla puede engañarte siempre que se lo proponga, porque tu buen sentido se relaja”
El ser humano debería de ser consciente de que los partidos y los políticos, sobre todo aquellos que se consideran profesionales de la política, en ellos encuadrados son el peor cáncer que hoy tiene la raza humana y el origen de casi todos los fracasos y males de nuestra sociedad regida por una economía neoliberal que está creando un mundo injusto y desequilibrado, cada día más deshumanizado. A través de sus permanentes reformas educativas han convertido las escuelas y las universidades en centros carentes de formación humanística y faltos de una crítica razonada que les permite un fácil adoctrinamiento cuyo único objetivo es la defensa de los intereses del partido político correspondiente que, en realidad, no representan a toda la sociedad sino sólo a una parte de ella. De ahí que sea imposible que se logren acuerdos para el bien general y no se tomen medidas reales para acabar con todos los privilegios y prebendas de las que gozan esos profesionales de la política, que no servidores del pueblo.
La rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia, la ignorancia no hará libres a las personas, frente a esos cantos de sirena que pretenden mantenernos distraídos o callados y actuar como cómplices necesarios, es decir como borreguitos amaestrados preparados siempre para caer en manos de cualquier pícaro trasquilador, o en las de un infame manipulador que lleva al rebaño por donde a él le beneficia, o, por qué no, en las garras de un "lobo" hambriento ávido de poder y de riqueza. 
María Velasco

domingo, 17 de junio de 2018

HISTORIA DE LA BANDERA Y EL HIMNO DE ESPAÑA


Evolución del diseño de la bandera española
desde Carlos III a la actualidad
Siempre me ha sorprendido ver como los nativos de otras naciones respetan y enaltecen los símbolos que las representan, sus banderas y sus himnos, frente a lo que sucede en España. Es cierto que el significado de esos símbolos depende de la interpretación y del uso social que se haga de ellos. Y esa interpretación puede estar condicionada por el desconocimiento real de la historia de los mismos. 
Otro de los motivos, quizás, deberíamos buscarlo en el concepto que se tiene de nación en nuestro país.
Una nación es una comunidad y el resultado de una construcción que establece un conjunto de elementos que justifican su existencia, que la explican y que permiten a la sociedad que la conforma sentirse parte de ella. La pertenencia es uno de los elementos claves que le dan sentido a la idea de nación o patria.
Un concepto que, en España, nació debilitado desde los primeros momentos en que se trato de crear el mismo. Son numerosos los estudios realizados, y publicados, sobre esta materia que haría interminable este post si quisiéramos dejarlos reflejados aquí, sólo me permito recomendar, a quien pueda estar interesado en este tema los dos libros del escritor e historiador español José Álvarez Junco: “Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX” (Taurus Ediciones – 2001) y “Dioses útiles. Naciones y nacionalismos." (Galaxia Gutemberg – 2016).
Por diversas circunstancias el concepto de nación no ha terminado de consolidarse, ni con la Constitución de 1812 ni a lo largo de los tiempos posteriores. Al contrario de lo que ocurrió en Francia donde la revolución hizo posible una nación fuerte, culta, y unida en torno a sus símbolos. A este respecto Álvarez Junco señala lo sucedido en Francia donde la construcción de una identidad nacional fue más sólida desde 1789, gracias a una "militarización obligatoria, un sistema escolar laico, general y obligatorio que alfabetizó y enseñó el francés de París, y una red de ferrocarriles que unían todo el país, generando un mercado económico y cultural unificado". Mientras que España perdía la ocasión en el siglo XIX, los intentos fracasaban una y otra vez, los gobiernos quedaban en manos de políticos corruptos, monarcas incapaces o absolutistas, la educación en manos de curas y los militares siempre preparados para dar un golpe de estado, mientras los oportunistas, periféricos y centrales, hacían de esta situación un arma en la lucha por sus intereses. Aquel estado, incapaz de imponer su autoridad en todos los rincones del país, que no nación, hizo de la Administración pública un campo abonado para beneficio de los partidos o gobernantes de turno, en especial de los caciques locales, que hacían imposible la normalización, en todas las áreas sociales, culturales o jurídicas, que precisa un proceso nacionalizador.. No se creaban escuelas, carreteras, líneas de ferrocarril o servicios públicas que crearan una unidad del territorio. Al contrario, de una manera o de otra, se potenciaba la aparición de nacionalismos regionales. El sistema que se quería seguir, el francés, quedaba sólo en los esbozos sobre papel.
Ya en el siglo XX el régimen político surgido tras la guerra civil abusó de la utilización de la bandera y el himno, modificándolos a su conveniencia, y junto con el concepto nación los impuso de forma represiva, lo que ha llevado, en la actualidad, a identificar lo “nacional” y los símbolos con el “franquismo”.
A la izquierda, el rey Carlos III de España.
A la derecha, Antonio Valdés y Fernández Bazán, Ministro de Marina
“Aquellos polvos trajeron estos lodos”, dice el refrán pues ni la bandera ni el himno de España tienen nada que ver con el “franquismo”, sus historias son mucho más antiguas.
La bandera de España es de las más antiguas del mundo. Aunque el origen de los colores de la bandera ha sido motivo de diversas especulaciones, lo más plausible es que la elección del rojo y del amarillo fuera por ser colores fácilmente distinguibles en la mar.
Fue en 1785 cuando Carlos III, rey de España, ante las dificultades para distinguir los navíos españoles de los demás producía graves errores en la continuas reyertas navales, al no poder distinguir si el buque divisado era propio o enemigo hasta tenerlo prácticamente al lado, pues las distintas ramas de los Borbones que reinaban en Francia, Nápoles, Sicilia, Parma, Toscana, y España, utilizaban como fondo de sus banderas el color blanco, distinguiéndose solamente por el escudo.
Bocetos de banderas presentados al concurso convocado
por el ministro de Marina D. Antonio Valdés a instancias del rey Carlos III
En el siglo XVIII las distintas ramas de los Borbón que reinaban en Francia, Nápoles, Parma, Toscana y España, utilizaban el fondo blanco en sus banderas navales, distinguiéndose sólo en el escudo lo que daba lugar a graves errores, de ahí que, en 1785, el rey Carlos III de España encargó a su ministro de Marina, Antonio Valdés, que le presentara algunos diseños que acabaran con este problema. El almirante Valdés convocó un concurso, de los diseños que se presentaron escogió doce para mostrárselos al rey.
Este seleccionó dos de ellos, a los que varió las dimensiones de las franjas, declarándolos reglamentarios el primero para la Marina de Guerra y el segundo para la Mercante.
El 28 de mayo de 1785 el Real Decreto publicaba: 
"Para evitar los inconvenientes y perjuicios, que ha hecho ver la experiencia, puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa mi Armada Naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos, con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total y la de enmedio amarilla, colocándose en esta el escudo de mis Reales Armas reducido a dos cuarteles de Castilla y León con la Corona real encima... ".
Detalle del cuadro pintado por Ramón Marti i Alsina (1826-1894)
Durante la guerra con los franceses de 1808 muchos de los grupos que se enfrentaban a ellos utilizaran esta bandera frente a la blanca de aquellos. Una muestra de ello nos la dejó impresa con sus pinceles el pintor barcelonés Ramón Marti Alsina en su obra “El gran día de Gerona”, donde se ve tremolar, a la izquierda de la composición pictórica, la bandera española. Dicha bandera se conserva hoy en el Museo del Ejército.De ese modo los colores rojo y amarillo se fueron extendiendo e imponiéndose como representativos de España.
Fue durante el reinado de Isabel II cuando se unificó el uso de una sola bandera para los ejércitos de Marina de de Tierra. El Real Decreto de 13 de octubre de 1843 establecía: “las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional, usarán iguales en colores a la bandera de guerra española, y colocados éstos por el mismo orden que lo están en ella”. Todas tenían en su centro un escudo circular con el cuartelado de Castilla y León, con la flor de lis en su centro y la granada en punta, colocado sobre el cruce de un aspa roja de Borgoña y rodeado por una inscripción con el Arma correspondiente, número y batallón del Regimiento. Fue así como la bandera bicolor, exclusiva de la Marina, pasó a ser común para todas las fuerzas armadas, y se le reconocía su carácter nacional.
A la izquierda el escudo de la I República.
A la derecha el de la Restauración
Algunos círculos republicanos comenzaron a proponer un cambio en la bandera por considerarla un símbolo de la monarquía, sin embargo, durante la Primera República, no llegó a cambiarse manteniéndose la bandera bicolor y cambiando sólo la corona real del escudo por una corona mural.
Tras la Restauración que se extendería hasta 1931 a la bandera nacional se le volvió a cambiar el escudo en el que de nuevo se incluyó la corona real.
A los pocos días de proclamarse la II República se promulgó un decreto en el que, en su artículo primero establecía la bandera nacional conformada “por tres bandas horizontales de igual ancho, siendo la roja la superior, amarilla la central y morada oscura la inferior”. Dicho decreto fue ratificado en la Constitución, en su artículo primero leemos: “La bandera de la República española es roja, amarilla y morada”. El escudo fue el mismo que se utilizó durante la I República. Esta bandera permaneció vigente hasta que los sublevados derrotaron a la República. Aún hoy, por parte de muchos de los que se consideran republicanos la consideran como la auténtica bandera española.
La rebelión militar de 1936 recuperó la bandera bicolor con el escudo de republicano con la corona mural durante los primeros años. Desde entonces el diseño y los colores de la bandera española se han mantenido, modificándose únicamente el escudo.
Bien es cierto que durante el franquismo se usó en demasía de esos símbolos, bandera e himno, forzando a la aceptación de un concepto de nación que poco tenía que ver con la realidad. Del himno hablaremos más adelante, pero ahora simplemente destacar algunas características del escudo que el régimen franquista incluyó en la bandera.
Escudo franquista de 1939
El escudo del Águila de San Juan se remonta hasta el siglo XV, tomando elementos de la heráldica de los Reyes Católicos. Así, Isabel la Católica incluyó este águila en su heráldica personal dado que esta representa al evangelista San Juan, por el que mostraba gran interés al ser patrono de la familia real de Trastámara, hasta el punto de coronarse el día de este santo. De ahí pasaría a su matrimonio con Fernando de Aragón. Otro de los elementos tomados de los Reyes Católicos son el yugo con el nudo gordiano y el haz de flechas, elementos que también tomó la Falange para confeccionar su símbolo. Estos elementos son tomados como divisa tras el matrimonio entre Fernando e Isabel y representan las iniciales de sus respectivos cónyuges (en el caso de Isabel, las flechas y en el de Fernando, el yugo).
Flanqueando al águila, tenemos las Columnas de Hércules sobre ondas marinas con el lema de Plus Ultra soportado por las mismas, al igual que en el anterior escudo republicano. Lo único que varía es la presencia en la parte superior de las columnas la corona imperial del Sacro Imperio Romano Germánico a la izquierda y la Corona Real española, recordando la historia de España como reino e imperio a la derecha. 
Sobre el pecho del águila encontramos el escudo de los Reyes Católicos, del que sólo han sido sustituido los cuarteles de Sicilia por las armas de Navarra. Sobre el mismo encontramos una corona real abierta y rodeando la cabeza del águila una aureola, elementos ambos que ya aparecían en la divisa original de los Reyes Católicos. Por último, rodeando la cabeza del águila también encontramos la cartela con el tan conocido lema franquista de "Una, grande y libre"; que hacía referencia a la indivisibilidad de España, la grandeza de su imperio perdido en América a las que se sumarían las posesiones en África y la libertad frente al sometimiento a las potencias extranjeras.
La Constitución Española de 1978, estableció, en su Artículo 4º. 1: “La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas”. Constitución que fue redactada por siete representantes de los diversos partidos políticos que componían el Congreso de los Diputados, y que tras diversos debates fue aprobada en por 325 votos a favor, 6 abstenciones y 14 votos en contra. Y posteriormente ratificada por el pueblo español en un referéndum celebrado el día 6 de diciembre de 1978 con una de las participaciones más altas de nuestra democracia (67,11 %) y un 88,54 % de votos afirmativos. Se conformaba así el diseño de la bandera que en la actualidad representa a España. Mientras que se puede hablar de una bandera constitucional, no se puede hacer de un escudo constitucional pues la composición del mismo fue aprobada por la ley 33/1981, de 5 de octubre , y se hizo público mediante un Real Decreto. 
Ello significa que la bandera de España es muy anterior a la Constitución actual y que la nación española, con todos sus defectos y desacuerdos, también existe desde muchos siglos antes de esa última Constitución y su historia seguirá presente aún cuando la constitución se modifique.
Abanderado, tambor y pífano, "Albúm de la Infantería" (1861)
de Serafín María de Sotto, Conde de Clonard
HISTORIA DEL HIMNO DE ESPAÑA

Se señala al himno de España como uno de los tres únicos himnos nacionales (San Marino y Kosovo) que no tiene letra. Mientras que otros himnos, como la Internacional o la Marsellesa surgieron con letra y en momentos de exaltación popular y revolucionaria, y algunos otros compuestos a propósito con ese fin. La melodía del himno de España surge de un toque de guerra y como el resto de estos toques reglamentarios del ejército carecía de letra.
Musicólogos e historiadores, están de acuerdo en que el origen del himno de España está en la Marcha Granadera, en donde no hay unanimidad es en los orígenes de los acordes en que se inspiró su autor para componerla, ni tan siquiera en la autoría de la misma, aunque algunos se la atribuyen a Manuel Espinosa de los Monteros. Hay una leyenda en torno al himno que, a pesar de que aún se sigue manteniendo en muchas referencias, se ha demostrado no ser cierta. Dicha leyenda hace referencia a que el origen de esa marcha se encuentra en Prusia, en los tiempos del rey Federico II, “el Grande” quien le hace entrega de la partitura al Conde de Aranda, al dejar su puesto de embajador, para que se la entregara como presente a Carlos III.
Leyenda que fue desmontada a raíz del descubrimiento del manuscrito “Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan en la Infantería Española” obra de Manuel de Espinosa fechado en 1761, y entre las distintas partituras se encontraba la Marcha de granaderos, obra de autor desconocido.
En 1768 se publicó la versión definitiva de las “Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus Ejércitos”. Consecuencia de ellas es el cuaderno de “Toques de guerra que deberán observar uniformemente los pífanos, clarinetes y tambores de la Infantería de S.M., concertados por Dn. Manuel de Espinosa, Músico de la Capilla Real. 1769” que fijaba los toques reglamentarios para todos los regimientos y que incluye la partitura de la citada Marcha Granadera retocada. Así, queda clara la identidad y participación de Manuel Espinosa: fue el compositor e hizo la concertación para más instrumentos de la Marcha Granadera, nueva y con carácter general para todo el Ejército.
El Rey Carlos III declara Marcha de Honor a la Marcha Granadera el 3 de septiembre de 1770. Todo hace pensar que fue la costumbre popular, acostumbrada a escucharla en los actos públicos de la Casa Real, la que la convirtió de hecho en himno nacional, mucho antes de que fuera declarada como tal. 
En 1870, el General Prim convocó un concurso a crear un himno oficial. El Concurso se declaró desierto, aconsejando el Jurado que la Marcha Granadera continuara como himno.
El 8 de enero de 1871 la “Marcha Real”, antigua Marcha de Granaderos. Amadeo I de Saboya, un rey que fue elegido por el Parlamento tras la destitución de Isabel II, tomó la decisión de señalar como “Marcha Nacional” española a la antigua marcha de granaderos o Marcha Real como también se le conocía por entonces. Fue así como se oficializó aquella marcha como himno.


A la izquierda, Rafael de Riego. 
A la derecha, Evaristo San Miguel
La insurrección de 1820 contra el absolutismo de Fernando VII, dio origen al himno de Riego.
Rafael de Riego, militar español que se unió a un ejército destinado a sofocar la sublevación en las colonias americanas, estaba al mando del 2º batallón asturiano. Junto con otros oficiales alzarse contra el absolutismo del rey y reivindicar la Constitución de 1812. Fue por entonces cuando el teniente coronel Evaristo San Miguel, compañero de Riego en la conspiración, escribió un poema en forma de himno inspirado en letras anteriores a la guerra contra los franceses, con música de autor desconocido, aunque algunos se la atribuyen a José Melchor Gomis.

Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución en Madrid el 10 de marzo de 1820.
El 7 de abril de 1822 un decreto firmado por Fernando VII en su artículo 1º dice: “Se tendrá por marcha nacional de ordenanza la música militar del himno de Riego que entonaba la columna volante del ejército de S. Fernando mandada por este caudillo.”
El himno de Riego se mantuvo durante el Trienio Liberal (1820-1823). Más tarde fue prohibido durante la Década Ominosa de Fernando VII en la que aplastó a los liberales y posteriormente el himno fue restituido durante el reinado de Isabel II. Si observamos la creación y evolución del himno de Riego veremos que, al menos en su origen, no es un himno republicano ni antimonárquico sino que es el himno de los liberales españoles que reclamaban la monarquía constitucional y por lo tanto, durante su vigencia oficial, fue el himno de la monarquía constitucional española.
Partitura del Himno de España, versión de Pérez Casas
Durante el reinado de Amadeo I de Saboya se trató de realizar un nuevo himno, debido al presunto carácter Borbónico de la Marcha Real y olvidando su antiguo origen. Tras un frustrado concurso nacional de himnos, se tomó la idea de convertir la Marcha Real en el la Marcha Nacional de España, el 8 de enero de 1871. Esta versión de la marcha fue arreglada por Pérez Casas en 1908 por orden de Alfonso XIII.Y se mantuvo tal cual hasta el advenimiento de la II República que lo cambió de nuevo por el himno de Riego.Durante la Guerra Civil, el 27 de noviembre de 1937 el general Franco repone la Marcha de Granaderos como Himno Nacional, aunque con unos pequeños retoques en la versión de Pérez Casas.
Tras la aprobación de la Constitución Española el 27 de diciembre de 1978, regulados el uso de la Bandera y la descripción del Escudo de España en las Leyes 39/1981, de 28 de octubre y 33/1981, de 5 de octubre, respectivamente, parecía procedente configurar jurídicamente el Himno Nacional de España, completando la normativa por al que se ha de regir los símbolos de representación de la nación española. Finalmente, y tras el informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se aprobó una versión de la Marcha de Granadera que, respetando la armonización del Maestro Pérez Casas, recupera la composición de su época de origen. El Maestro D. Francisco Grau ha orquestado dicha armonización, tanto para orquesta sinfónica como para banda, y una reducción para órgano que puede servir para interpretaciones por un cuarteto, etc.Como hemos leído la evolución de la ‘Marcha Granadera’ hasta ser el ‘Himno Nacional’ de España se debió a su origen militar para rendir los máximos honores y, también, a la belleza y majestuosidad de su composición y no a otros factores. Así que no puede ser identificado como de origen franquista, del mismo modo que el himno de Riego tampoco puede ser identificado como revolucionario, pues fueron los liberales los que primero lo crearon, y más tarde consiguieron que fuera reconocido como himno nacional.
De ahí que, como toque militar en su origen, hayan fracasado todos los intentos de ponerle letra imitando a himnos extranjeros.

No fue una composición echa para homenajear a ningún rey, como ocurre con uno de los himnos que se utilizan en Inglaterra (God Save the Queen), que por cierto no tiene himno oficial.
Ni es un himno creado para exaltar unos movimientos revolucionarios como el de Francia; la Marsellesa. Ni un himno que esté dedicado a una clase social en concreto: los trabajadores, como es el caso de la Internacional.Es simplemente un toque de guerra que se utilizó en los actos de la casa real y que la aceptación popular llevó a que su melodía fuera utilizada por las milicias durante la guerra contra los franceses.

                                                                                                                     Maria Velasco